La esclerótica está compuesta por colágeno, fibras elásticas, proteoglucanos, melanocitos y fibroblastos.
El 68% de la esclerótica se compone de agua y las fibras constituyen el 75% de su peso en seco.
Las fibras de colágeno, las cuales forman la esclera, son resistentes y se entrecruzan en distintas direcciones aleatorias, lo que provoca este color blanco al ojo, además de darle fuerza.
La superficie externa de la esclera es blanca y está en contacto con la superficie interna de la vaina aponeurótica del globo ocular.
Está cubierta por el epitelio conjuntival desde la superficie interna de los párpados hasta el epitelio anterior de la córnea.
En la superficie interna de la esclera hay unas hendiduras que ramifican los nervios y vasos ciliares.
La esclera está separada de la coroides por un espacio pericoroidal. En la parte posterior, está perforada por unos fascículos del nervio óptico.
Estos fascículos atraviesan la lámina cribosa de la esclera, por donde también transcurren los vasos centrales de la retina, además de los nervios y las arterias ciliares cortas.
Hacia atrás, la esclerótica continúa con la duramadre que rodea el nervio óptico y por delante, continúa con la córnea. La línea de unión entre ambas, se le conoce con el nombre de limbo o unión esclerocorneal.
Cerca del limbo o unión esclerocorneal, se sitúa el seno venoso de la esclerótica o conducto de Schlemm.