6 Inconvenientes Que No Nos Cuentan Al Poner Un Parche En El Ojo De Nuestro Hijo
¿Quieres conocer cuáles son los inconvenientes con el parche que no nos cuentan?
Y es que, no siempre, pero, cabe la posibilidad de que haya ciertos inconvenientes que no nos explican al acudir a la consulta del oftalmólogo y nos indica que nuestro hijo ha de llevar un parche en el ojo debido a que tiene ambliopía u ojo vago.
Y es que, además de alertarnos de que ha de llevar un parche porque tiene un ojo vago, también es de agradecer cuando nos asesoran en cuanto a las posibles consecuencias que ello puede conllevar.
Cómo afecta negativamente el parche en el ojo
En este artículo nos gustaría comentar 6 de esas consecuencias o inconvenientes que pueden presentarse (o no) en nuestro camino. Pero que preferimos exponerlos para tener conocimiento de ellos, haciendo especial hincapié en las dos primeras, las cuales están íntimamente relacionadas.
- Inferioridad, falta de seguridad y autoestima en uno mismo
- Reducción del rendimiento escolar y en la vida en general
- Visión doble
- Terapia pasiva
- Empeoramiento de la apariencia estética
- Problemas de piel causados por el pegamento
El parche en el ojo también puede repercutir negativamente en la calidad de vida del niño
#1 Sensación de inferioridad, falta de seguridad y autoestima:
El parche puede afectar psicosocialmente la relación del niño con su entorno y puede provocar un menor grado de aceptación social por parte de los niños de la escuela.
No existen muchos estudios que hayan investigado el impacto que puede llegar a tener el ojo vago desde la perspectiva del niño, pero hemos encontrado dos estudios especialmente interesantes:
- El efecto de la ambliopía en la autoestima de los niños (‘Effect of Amblyopia on Self-Esteem in Children’ Webber, Wood, Gole and Brown).
- La autopercepción de niños en edad escolar con ambliopía y su asociación con la velocidad de lectura y las habilidades motoras (‘Self-perception of School-aged Children With Amblyopia and Its Association With Reading Speed and Motor Skills’ Birch, Castañeda, Cheng-Patel et al.).
Tal y como indica Webber y su equipo, muchos de los niños con ojo vago, aun después de haber acabado el periodo de oclusión, necesitan llevar gafas para corregir su error refractivo.
Las personas que llevan gafas suelen calificarse a ellas mismas como menos atractivas, lo que puede repercutir en su bienestar psicológico, así como a su motivación y comportamiento.
Estudios recientes muestran que los niños que llevan parche o gafas, se sienten avergonzados y lo que más afecta a este sentimiento de vergüenza, son las respuestas de sus compañeros. Estos niños tienen un 35% más de probabilidades de ser víctimas de acoso verbal o físico.
A su vez, nos indican que podría ser beneficioso psicosocialmente para el niño si el parche se pudiese minimizar y limitar a los momentos del día en el que este tiene menos interacción social.
Y es que, las repercusiones en cuanto a la autoestima y sentimiento de inferioridad pueden acompañar al niño hasta su edad adulta.
#2 Reducción de su rendimiento escolar y en su vida en general:
El periodo de tiempo durante el cual se pone el parche al niño es el momento en que empieza a ir al colegio, aprende a leer y escribir y a interrelacionarse con el grupo socialmente.
Al ponerle el parche, todas las habilidades pueden verse disminuidas, ya que se está tapando el ojo dominante y se le reduce la visión al ojo ambliope.
Tareas motoras finas de destreza manual que requieren de precisión y velocidad se ven mermadas, así como en actividades deportivas. Además de la velocidad de lectura.
Y todo ello, afecta negativamente en la autopercepción que tiene el niño de sí mismo, produciéndole baja autoestima y sentimiento de inferioridad.
Tal y como indica Birch y su equipo, los resultados de su investigación indican que la autopercepción de los niños ambliopes es menor tanto en su competencia social, académica como deportiva y estos puntos son esenciales para la autoestima del niño en edad escolar.
#3 Visión doble (o diplopía):
Al tapar uno de los ojos, el cerebro está recibiendo una sola imagen, la del ojo ambliope. Al destapar el ojo y entrar en acción el ojo dominante, el cerebro recibe las dos imágenes de cada ojo y no sabe cómo unirlas para tener solo una, por lo que verá dos.
#4 Terapia pasiva:
El ocluir un ojo no precisa de ningún trabajo ni aprendizaje por parte de la persona que está llevando el parche.
No trabaja la competencia binocular, la acomodación, la motilidad ocular, la fijación y se suprime la visión periférica: Al tapar un ojo se elimina la posibilidad de ver en 3 dimensiones ya que para ello se necesitan los dos ojos.
Además, se pierde parte del campo visual (toda la parte del ojo que se tapa), lo que provocará que el niño choque más de ese lado, tropiece y no sea capaz de ver si viene algún objeto hacia él desde ese lado, por ejemplo al lanzarle una pelota.
#5 Empeoramiento de su apariencia estética:
Al tapar el ojo, no se corrige la desviación del ojo, es más, el ojo puede llegar a desviarse aumentando de esta forma el grado de estrabismo.
#6 Problemas de piel causados por el pegamento:
Hay ciertos tipos de parches que el pegamento puede causar irritación en la piel de los niños y en algunas ocasiones, pequeñas heridas. Cabe decir que, existen algunos parches que son hipoalergénicos.
El desarollo visual es Esencial
El desarrollo visual es esencial en el desarrollo general, por lo que si nuestra visión no se desarrolla normalmente, también nuestro desarrollo general se verá ralentizado.
Tal y como indica la American Optometric Association: ‘El tratamiento para el ojo vago puede incluir una combinación de lentes recetadas, prismas, terapia visual y parches oculares. En la terapia de la visión, los pacientes aprenden a usar los dos ojos juntos, lo que ayuda a evitar que se repitan algunas formas de ojo vago’.
Y continúa diciendo que: ‘El diagnóstico y la intervención temprana aumenta la probabilidad de recuperación, la razón por la AOA recomienda que los niños tengan un examen completo de optometría a los 6 meses de edad y nuevamente a los 3 años’.
Probablemente, si se llegase a detectar y diagnosticar el ojo vago antes de la entrada del niño al colegio y su socialización con el grupo, serían menos propensos a sentirse avergonzados y cohibidos con el tratamiento del parche, en vez de hacerlo en el momento en que el niño está empezando a adquirir sentido de sí mismo y de la autoestima.
Para acabar, hagamos un pequeño ejercicio y como padres pongámonos en la piel de nuestro hijo:
Cojamos uno de sus parches y utilicémoslo durante un rato mientras realizamos todo tipo de tareas: leer, escribir, jugar con él a pelota o simplemente caminar por la casa.
Sintamos de qué forma se siente al realizar cualquier tarea por pequeña que sea con un ojo tapado y cuál es la incomodidad que ello comporta y la incapacidad que ello nos crea.
Y si sentimos el valor suficiente, salgamos a la calle e interactuemos con otras personas y conozcamos en primera persona, cuál es el sentimiento que provoca que otros nos vean con un ojo tapado por un parche.
No olvidemos que posiblemente, al taparnos nosotros uno de los dos ojos, el otro ojo aún tenga una buena visión, pero recordemos que en el caso de la ambliopía estamos tapando el ojo que mejor ve y estamos dejando que el ojo más débil nos esté facilitando toda la información visual. Y ese mundo, más borroso y menos nítido, es el que ve nuestro hijo durante las horas en las que lleva el parche.
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