¿Por Qué Parpadeamos?

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Todos parpadeamos y ¡mucho! Pero, ¿Qué función tiene para nosotros el parpadeo? ¿Por qué parpadeamos? ¿Qué pasa si no parpadeamos? ¿Cuántas veces parpadea el ojo humano en un día? ¿Cuál es el récord de más tiempo sin parpadear? ¿Cuánto tiempo se tarda en abrir y cerrar los ojos? ¿Por qué los bebés parpadean menos?

Seguro que, alguna vez, se nos ha pasado por la mente alguna de estas preguntas sobre el parpadeo y el porqué de este acto.

En este artículo, nos gustaría tratar un poquito más este hecho y descubrir alguno de sus misterios.

¿Qué es el parpadeo? 

Parpadear se refiere a la acción rápida de cerrar y abrir el párpado.

De media parpadeamos unas 15-20 veces por minuto, entre 20.000 y 30.000 veces al día, lo que se traduce en que permanecemos con los ojos cerrados durante el 10% del tiempo de vigilia

El parpadeo puede durar entre 40 y 200 milisegundos, aunque esta velocidad puede verse afectada por varias razones, como puede ser la fatiga o el consumo de algunos medicamentos. 

Durante el instante en que dura un parpadeo, los párpados cubren completamente las pupilas y la retina no tiene ninguna imagen enfocada. 

Y a pesar de que nuestra entrada visual se vea interrumpida de esta forma tan drástica, nosotros no somos capaces de notar nuestro propio parpadeo y no percibimos como que el mundo haya desaparecido de forma momentánea durante ese parpadeo.

Un hecho curioso:

Un técnico de misiles de la Marina china, durante un desfile militar en Pekín, fue capaz de permanecer durante 57 minutos y 24 segundos sin parpadear

Durante el desfile de los soldados del Ejército Popular de Liberación, estos deben permanecer 40 segundos sin parpadear, nuestro protagonista no fue capaz de participar en el desfile, a causa de una infección ocular. 

Por lo que entrenó sus ojos para poder lograr asistir al siguiente y no solo lo consiguió, sino que le nombraron ‘Staring King’, al lograr el Récord Mundial de mayor tiempo sin parpadear.

¿Cuál es la función del parpadeo? 

Las dos principales funciones del parpadeo siempre han sido consideradas como:

  • Las de hidratar nuestros ojos, lubricando los globos oculares y,
  • Protegerlos del polvo y otros cuerpos extraños.

La lubricación se realiza a través de nuestras lágrimas y estas se componen de agua, además de aceite, mucosa y otros componentes como los lisosomas, los cuales funcionan como antibióticos naturales.

Existen diferentes tipos de glándulas en el párpado y al parpadear aparece un mecanismo que permite a estas glándulas de segregar los componentes de las lágrimas. A la vez que se realiza un movimiento horizontal en el párpado que hace que los desechos del ojo se desplacen hasta la punta, hacia el lagrimal.

Por su parte, la protección que realiza el parpadeo, se ve reforzada por la presencia de nuestras pestañas, donde los desechos pueden quedarse estancados. 

Al cerrar los ojos con el parpadeo, evitamos que estímulos potencialmente dañinos nos puedan afectar, como la luz demasiado brillante, ante una corriente de viento o un día muy seco.

No obstante, los científicos indican que parpadeamos mucho más frecuentemente de lo necesario para cubrir estas dos funciones. 

Entonces…

¿Por qué parpadeamos tan frecuentemente?

Un grupo de científicos japoneses investigaron en el 2012 que el hecho de cerrar los ojos brevemente al parpadear podría ayudarnos a centrar la atención y aclarar nuestros pensamientos, según un artículo publicado en el Proceedings of the National Academy of Sciences y basado en estudios anteriores.

Según estos investigadores, aunque el parpadeo parezca algo involuntario y espontáneo, indican que las personas solemos parpadear en momentos predecibles.

Por ejemplo, parpadeamos al acabar cada frase, cuando estamos leyendo, cuando estamos en una conversación, parpadeamos cuando el que habla hace una pausa, cuando estamos viendo un video con más personas, tendemos a parpadear en el mismo instante al retrasarse la acción por un breve momento. Es decir, aprovechamos para parpadear sin darnos cuenta, cuando, por ejemplo, el protagonista sale de la escena.

Son estos los momentos, en que el cerebro suprime la atención, ya que sabe que no son los instantes más relevantes de la situación.

La investigación trataba de escanear la actividad cerebral de 10 personas mientras visualizaban episodios del cómico Mr. Bean, el mismo programa que se empleó en estudios anteriores, para medir el grado de actividad en la corteza cerebral de cada uno al parpadear mientras visualizaba los vídeos.

Según los resultados de estas investigaciones, el parpadeo podría emplearse para desconectarnos brevemente de los estímulos visuales, permitiéndonos una mayor capacidad de atención al volver a abrir los ojos, después de un breve descanso mental.

Pudieron comprobar que al parpadear, se activaba una red de conexiones que normalmente se activa, cuando estamos en reposo. Lo que se traduciría en que el simple acto de parpadear, no es, solamente, no ver algo por un breve momento.

Al parpadear, la actividad de la red de atención, se inhibe y al abrir los ojos nuevamente, la red de atención se vuelve a activar.

Además, el cerebro es capaz de ignorar la oscuridad que produce un parpadeo y nos permite seguir teniendo una visión continua de lo que nos rodea. De la misma forma en que es capaz de ignorar nuestra propia nariz. 

El cerebro se apaga, momentáneamente en cada parpadeo, en ciertas áreas responsables de detectar cambios ambientales, por ese motivo no notamos el ‘apagón’ y experimentamos el entorno y el mundo como un continuo. 

A pesar de que se precisa de más investigación al respecto, resulta ser que al parpadear no solo hidratamos nuestros ojos, sino que también nuestro estado mental se altera al parpadear

¿Por qué los bebés parpadean con menos frecuencia?

El adulto de media suele parpadear unas 15 veces por minuto. No obstante, los recién nacidos y los bebés lo hacen con mucha menos frecuencia, llegando incluso a una vez por minuto.

Hay estudios que demuestran la relación entre el parpadeo y la dopamina. En ellos, se indica que, el parpadeo está regulado por la dopamina del cerebro, uno de los neurotransmisores que posibilita a las células cerebrales, comunicarse.

Al tomar medicamentos para aumentar los niveles de dopamina, también aumenta la frecuencia del parpadeo. También algunas patologías hacen que nuestro parpadeo incremente o disminuya su frecuencia, por ejemplo, la esquizofrenia hace que el parpadeo sea más frecuente y el Parkinson, hace que la frecuencia sea menor.

La dopamina también está relacionada con otras funciones, como son el control de movimientos, los niveles hormonales, el aprendizaje o la motivación.

La frecuencia de parpadeo en los bebés podría revelar estas relaciones con el sistema de dopamina. 

No obstante, podrían existir varias causas que podrían hacer que la frecuencia de parpadeo en los bebés sea menor: 

La primera hipótesis indica que, los bebés, al tener los ojos más pequeños y dormir más que los adultos, necesitan menos lubricación en sus ojos. No obstante, un estudio realizado por Leigh F. Bacher en 2011, no encontró la relación entre el área de la superficie del ojo con el parpadeo espontáneo, aunque sí pudo relacionar el parpadeo con los cambios de mirada.

La segunda hipótesis sugiere que, los bebés, al encontrarse por primera vez ante un mundo completamente nuevo para ellos, están tan interesados y curiosos, concentrados en asimilar toda la información visual que están recibiendo, que no pueden ‘molestarse’ en parpadear, ya que eso sería una distracción para ellos. 

Esta teoría podría tener sentido, si pensamos en cuando un adulto está enfocado en algo, también la frecuencia de su parpadeo es menor, como cuando estamos frente al ordenador.

Y la tercera hipótesis, como comentamos anteriormente, relacionaría la frecuencia de parpadeo de los bebés con los niveles de dopamina de su cerebro. 

En el cerebro de los bebés, el sistema de dopamina está en desarrollo y se intuye que la baja frecuencia de parpadeo en los pequeños, puede ser una parte natural del desarrollo cerebral.

Bacher y su equipo de investigación, sugieren que de ser posible que el parpadeo pudiese utilizarse como medida de la actividad de la dopamina, podría ayudar a predecir las diferencias individuales de la personalidad, las capacidades cognitivas y el riesgo de afecciones relacionadas con la dopamina.

No obstante, todavía no existe una teoría unánime que incluya por qué la frecuencia de los bebés es menor a los adultos. 

El parpadeo, mucho más que un lubricante para nuestros ojos...

Ya en 1927, los científicos escoceses Erik Ponder y W. P. Kennedy realizaron un estudio para investigar la naturaleza de la frecuencia del parpadeo espontáneo en adultos. 

Los investigadores pudieron comprobar que la frecuencia de parpadeo era invariable según los distintos ambientes donde se media, ya fuese en salas oscuras o con iluminación, las personas invidentes parpadeaban con la misma frecuencia que las videntes, tampoco anestesiando la superficie del ojo hizo cambiar la frecuencia del parpadeo.

No obstante, Ponder y Kennedy pudieron comprobar cómo la frecuencia del parpadeo aumentaba con la tensión mental. Las personas parpadeaban con más frecuencia al estar emocionados o enojados

Lo que hizo proponer a los científicos que, el parpadeo, además de proporcionar hidratación a nuestros ojos, permitía aliviar la tensión a la persona, de la misma forma en que lo hace el movimiento nervioso de los dedos.

En otro estudio publicado en el año 2017, en la revista Current Biology, el investigador Gerrit Maus sugiere que, el parpadeo permite enfocar nuestra mirada

Según Maus, los músculos oculares son lentos e imprecisos, por lo que el cerebro podría ordenar a los músculos oculares realizar las correcciones precisas después de medir la diferencia entre lo que vemos antes y después de un parpadeo.

Por lo tanto, pese a que tradicionalmente existía la idea generalizada de que la única finalidad del parpadeo era la de mantener hidratado al ojo y protegerlo de la entrada de cuerpos extraños o de una luz brillante, se ha podido demostrar que el parpadeo tiene una función mucho más profunda, relacionada con nuestra atención.